PRECOGNICIÓN:LA SAGA DE LOS MEDIUMS II

Quizá se había vuelto a equivocar de profesión, él solo quería ayudar a la gente, pero si estaba en el bando de los buenos, ¿por qué siempre tenía que matar a alguien o algo?, “no matarás” ¿no era ese uno de los mandamientos?, entonces ¿por qué narices la iglesia le enviaba a matar?
Solo era un muchacho cuando Connor empezó a darse cuenta de que era diferente a los demás niños, veía cosas que nadie podía ver, pero aunque él jamás se mostró agresivo con aquellas apariciones, estas siempre se escapaban de él, años mas tarde comprendería porque.
Los padres de Connor estaban divorciados, Ian, su padre era inquilino casi permanente de la prisión, según él, las pastillas hacían que callaran las voces de su cabeza, por lo que ingería una tras otra, hasta acabar tirado como un despojo sin voluntad en cualquier callejón. Robo, agresión, trafico de drogas, todo esto encajaba en su perfil.
Lenna, la madre de Connor , maltratada y abandonada por su esposo, decidió que afrontaría la situación bebiendo, hasta que perdió su empleo, sus amigos, y a su hijo.
Así que Connor vivía con su abuelo materno, el bueno de Ben.
Aunque este era viudo y vivían solos, el anciano era lo más parecido a una familia que había tenido, le acogió en su casa y siempre luchó para que no le faltase el sustento, todos los principios y valores que tenía se los había inculcado aquel hombre, siempre afectuoso y comprensivo, era la única imagen paterna que atesoraba.
Ben le había inscrito a unos cursos en el seminario de la parroquia del padre Samuel, y Connor no fallaba ni un solo día, en realidad tenía sus dudas acerca de la existencia de Dios, pero se sentía bien complaciendo el capricho de su abuelo.
Era martes, y solo le quedaban tres clases para terminar el curso, se sentía satisfecho.
La mañana siguiente, Connor se despertó sobresaltado, bañado en sudor, una pesadilla horrible le había atormentado durante toda la noche, y aunque deseaba despertar no podía,sentía como si una conciencia ajena le tuviera prisionero dentro de la febril alucinación,hasta que fue liberado.
Ben le observaba en silencio desde la puerta de la habitación.
-¿Abuelo…?- aturdido, se levantó de la cama torpemente, pero el anciano no le contestaba, solo dio media vuelta y empezó a caminar – ¡espera! , ¿Abuelo que te pasa?- pero Ben seguía en silencio, caminó hasta la puerta de su habitación y se quedó allí parado, mirando a su nieto con expresión ausente.
Olía a quemado, alarmado, Connor corrió a la cocina de donde salía una pequeña nube de humo negro.
- ¡Abuelo, has dejado la sartén en el fogón encendido!- pero la sartén estaba vacía y el desayuno dispuesto en la mesa. Connor la retiró, apagó el gas y salió de estampida hacia el pasillo, Ben seguía allí, inmóvil.
- ¿Qué sucede, porqué no dices nada?- la situación empezaba a crisparle los nervios, ¿Qué estaba pasando?, el anciano se comportaba de manera extraña, jamás le había visto así.
Se acercó a su abuelo con cautela, pero de pronto Ben entró en la habitación, Connor le siguió hasta que este paró delante de la puerta del armario, el muchacho abrió la puerta.La impresión le hizo retroceder hasta tropezar con la cama, se sentó en el suelo dejándose caer y rompió a llorar desconsoladamente.
Ben estaba dentro del armario, tenía un leve hilillo de sangre en la comisura de la boca y su rostro estaba desfigurado en una expresión de horror.
Su abuelo estaba muerto.
De pronto una ráfaga helada recorrió la sala, Connor no estaba solo.
Continuará...