COMPROMISO DE SANGRE: LA SAGA DE LOS CAZADORES IV

De nuevo el frío volvía a ser el dueño de su cuerpo inerte, solo la sed le dolía más. ¿Qué había pasado con la sensación reconfortante del agua de la bañera, y las caricias de Sarah?, ahora solo eran residuos que formaban parte de un recuerdo que embriagaba su mente.
Mimosa…reconocía ese aroma, pero había otro olor, era mas predominante…oxido, se sentía extrañamente atraída por el.
Los brazos y las piernas le pesaban increíblemente, así que tuvo que hacer acopio de toda su fuerza de voluntad para ponerse de rodillas y gatear siguiendo su instinto olfativo. Tenía los ojos hinchados y le dolían, la luz de la habitación era como fuego abrasador, pero tenía que ver lo que había delante de ella. Poco a poco los abrió y allí estaba Sarah, sentada en una silla mientras sujetaba por el cabello a un mugriento y ensangrentado muchacho.
- ¡Hola querida! ¿Qué tal estás?, espero que no estés enfadada por haberme alimentado de ti, ¿sabes? Tenía que hacerlo para que despertases hambrienta, mira te he traído un bocadito delicioso…hummm…me encantan los jovencitos, son tan tiernos y fáciles de subyugar- la maliciosa mirada de Sarah le heló la sangre- Vamos cielo ven a cenar- exclamó esta arrojando al pobre chico delante de Morgan.
- No se que esperas que haga, ¿quién es este chico, que hace aquí? ¡Dios mío, si esta medio muerto!- las palabras se atropellaban en su boca, mientras intentaba asimilar lo que estaba sucediendo allí, entonces recordó lo que Lucien le había hecho a ella y comprendió- un momento…quieres que beba su sangre…- Sarah hizo un ademán asintiendo, Morgan retrocedió asqueada, tapándose la boca con las manos y rompiendo a llorar con desesperación.
- Bien veo que te falta motivación, tranquila, se como arreglarlo- la vampira se acercó al joven, y mientras lo alzaba sosteniéndole por el cabello, le asestó un zarpazo en el cuello, la sangre comenzó a brotar de la herida tiñéndolo todo de rojo - Querida, mas vale que te acostumbres rápido, a partir de ahora la sangre será tu único alimento, y matar la única manera de conseguirlo- dijo con demoledora certeza, arrastró el cuerpo indefenso hasta Morgan, que se debatía con la sed que le quemaba la garganta y se apoderaba poco a poco de su voluntad. Finalmente sucumbió a la bestia de su interior y se lanzó sobre su presa indefensa.
Los latidos del corazón del muchacho martilleaban su cabeza de forma enloquecedora, el líquido espeso y acre manaba dentro de su boca, las encías le escocían, y su lengua se tropezaba con unos colmillos afilados y enormes, pero aun así, no podía apartarse de él. Sentía como el cuerpo tembloroso del joven, cedía bajo la presión de sus poderosas garras y la vida se escapaba de él de manera agónica.
Continuará...