PRECOGNICIÓN:LA SAGA DE LOS MEDIUMS IV

Una ráfaga impregnada con un sutil aroma de flores frescas, acarició sus sentidos en medio del sombrío pasadizo. Era el olor de la santidad, lo recordaba de aquella vez…
Connor suspiró y volvió a enfundarse el guante que se había quitado, al parecer el pasadizo tenía otra bifurcación, se llevó la mano al bolsillo interior de la chaqueta, “- ¡Ufff...! aquí estás -“, musitó aliviado, mientras daba unos golpecitos en la pequeña biblia que siempre llevaba encima, aquel librito le había salvado el pellejo en mas de una ocasión, al parecer, causaba sensación entre la mayoría de los bichos raros del inframundo.
Caminó hasta llegar al siguiente recodo, a la izquierda, solo había oscuridad, a la derecha, un angosto pasillo que conducía a una carcomida puerta de color verde.
- ¡Bueno, a ganarse el pan…! vamos a ver, opción A: pasaje con pensión completa al pasillo de las tinieblas, con todos los extras de ratas, moho y olores aturdidores. Opción B: Motel La Puerta del Infierno, con demonios y fuegos de purgatorio…hummm, difícil decisión…- Connor se encogió de hombros –probaré con La Puerta del Infierno, de todos modos no creo que me libre de esa zorra, aunque si cree que me va a engañar va lista- dijo soltando una risotada socarrona.
Cruzó el estrecho tramo llegando hasta la puerta sin incidentes, ahora la duda recaía en si debía o no derribarla de una patada, como hacían los tipos duros de las películas, o probar a ver si estaba abierta. Le gustaban las películas…
Connor arremetió con tal fuerza contra esta, que saltó del marco con goznes incluidos.
-¡Como partir mantequilla!- exclamó satisfecho, mientras saltaba sobre su trofeo.
La madera quebrada crujía bajo sus pies, Connor contuvo la respiración cuando se percató de que la puerta había quedado a modo de puente, y bajo esta se abría un foso tan profundo que la luz no alcanzaba en fondo. Al otro lado, una niña de unos ocho años, le observaba inexpresiva, parecía estar suspendida en el aire, estaba rodeada por unas esferas luminosas que giraban en torno a ella y la mantenían inmóvil en el centro de la sala.
Otra vez aquel aroma de flores, al parecer el espectro quería confundirle, por que tenía toda la pinta de ser una niña, pero él sabía que en realidad era un engendro retorcido que planeaba arrancarle el corazón de cuajo con esas manitas adorables.
-Si tú lo dices…- murmuró la pequeña con tono irónico.
- No trates de engañarme, se que eres un demonio, si no ¿cómo sabías lo que estaba pensando?- exclamó con exultante convicción, sin dejar de hacer aspavientos con las manos para resaltar la evidencia de sus conjeturas.
- Entonces tú también debes ser uno, si no como explicas lo que haces con los símbolos de tus manos…-
- Eso es diferente, ¿pero como narices sabes tú…?- vaya la niña le ganaba terreno, no podía consentirlo, ¿cómo se las había arreglado para atravesar sus escudos de protección tántricos?, desde luego la mocosa era especial.
- ¿Tienes pensado bajarme de aquí hoy alzacuellos de pacotilla?- inquirió ella en tono burlón.
- Cuida tu lengua niña…- exclamó Connor arqueando una ceja, sin poder disimular su disgusto, de hecho se imaginaba en una escena en la que saltaba el foso, le daba dos patadas a las dichosas bolas y finalmente le arrancaba la cabeza a la muy…
“Respiración…respiración…”
Debía meditar con cuidado lo que iba a hacer, podía probar con un exorcismo, aunque no estaba seguro de poder superar la magia negra que la mantenía cautiva, pero si lo conseguía podría comprobar si era humana, y si no lo era, esperaba que el ritual la hiciera reventar como los lagartos de jaen…(the lizard of the Colorado, para la versión americana).
Continuará...